miércoles, 20 de agosto de 2008

¿Una firmita por favor?

En todo grupo social, siempre hay personas que cumplen cierta función dentro de esta, sabiéndolo y muchas veces sin saberlo; el líder, el brazo derecho, el punto..., etc; hay, entre los que están reunidos por un fin común aquellos cuyo dominio acerca del tema es notoriamente obvio, hay, quienes en cambio, a pesar de sus conocimientos buscan siempre el perfil bajo y hay, por sobretodo, quienes buscan que ser protagonistas sin tener ni el talento ni el conocimiento para serlo.

Habían estado reunidos un grupo de sindicalistas en la entrada del congreso de la república, en el patio principal, con algunos congresistas de la época, allá por el año 1980; compartiendo argumentos, ideas, ...en fin, siempre hay algo para conversar entre quienes comparten una posición ideológica, mientras esperaban la salida entre otros, de Javier Diez Canseco, uno de los líderes del sector izquierda en el país. Hugo Blanco, con su peculiar postura de agricultor mal vestido, se hallaba rodeado, como toda personalidad política, de simpatizantes y campesinos; en otro grupo, algunos sindicalistas del seguro social se hallaban conversando, uno de ellos, el dr. Zelada se jactaba de haber comprado un libro de Iosif Stalin, uno de los personajes más destacados dentro de la historia socialista de la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; el "Negro" García junto a Montoya, le incita a aprovechar la presencia de uno de los personajes más reconocidos de la política peruana para extraerle una rúbrica para mostrarla como camarada inflado de orgullo el autógrafo de uno de sus ídolos, Hugo Blanco; Zelada, emocionado por la propuesta de García caminó unos pasos cruzando el patio ilusionado por la esperada impresión sobre su libro, hasta llegar donde Blanco, "compañero!", fue la primera palabra que cruzó Zelada consiguiendo una sonrisa de camaradería como respuesta, "me firma mi libro?!"; "por supuesto compañero", se llegó a oír algo quedo donde el grupo de compañeros que esperaban impacientes ver la reacción de Blanco; de pronto, el parlamentario, conocido seguidor de León Davidovich Bronstein, político judío más conocido como Trotsky, dispuesto a estampar su firma, levantó el libro y quedó por unos instantes inmóvil, sus ojos parecieron crecer a punto de reventar y por unos interminables segundos no pudo expresar palabra, levantó la vista hacia Zelada con esas miradas que como lanza envenenada se clavaba en el doctor, un indignante "no", brotó de la boca del congresista, un pequeño balbuceo conteniendo la visceral reacción se llegó a escapar, un último "no" se desprendió de Hugo Blanco mientras que devolvía el libro ante la sorpresa de Zelada; la amabilidad inicial de blanco se había extinguido sin dejar el menor rastro, se volteó y dándole la espalda lo ignoró olimpicamente ante las inaguantables y cubiertas carcajadas de García y Montoya.





Para quienes no saben, Stalin persiguió a Trotsky por mucho tiempo, y se dice que fue el autor de su asesinato en México.





Marco Palacios
publicado antes en Bajo tu Mirada

2 comentarios:

Silvana Tapia dijo...

Me gustó mucho, muy lindo. Tranquilamente podría ser un cuento. ¿Has pensado en escribir literatura?

Besos,
silvi

marco dijo...

Silvi, gracias por entrar!, qué bueno te haya gustado. Particularmente he intentado hacer mis pininos con algunos cuentos e historias pequeñas, pero aun no tengo la osadía de mostrarlas; presumo que por miedo a que la realidad no me sea muy sonriente; de seguro más adelante tendré valor.

Besos


Marco